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Con el aumento de las temperaturas, las personas con hiperhidrosis ven cómo se acentuan los síntomas de esta enfermedad. Te explicamos cómo actúa el tratamiento con toxina botulínica para solucionarlo y por qué es el mejor momento del año para aplicarlo.

Aunque asociamos la toxina botulínica con tratamientos anti envejecimiento, encontramos en este producto diversas aplicaciones. Una de ellas, es para el tratamiento de la hiperhidrosis, una enfermedad que afecta al 3% de la población, caracterizada por molestos síntomas, como marcas de sudor, que interfieren en sus relaciones sociales.

Al aplicar la toxina en las axilas, se elimina el exceso de actividad de las glándulas sudoríparas temporalmente, por lo que los síntomas de esta enfermedad dejan de manifestarse, consiguiendo una mejora en la calidad de vida del paciente muy significativa. Este tratamiento es seguro y bien tolerado, además de tratarse del único procedimiento no quirúrgico con eficacia demostrada.

Un estudio de la Fundación para la Investigación del Hospital Clínico Universitario de Valencia realizado con 52 pacientes, de los cuales 20 sufrían hiperhidrosis axilar, concluyó que en este tipo de hiperhidrosis, el 100% de los afectados tratados con toxina botulínica en axilas redujeron su nivel de transpiración hasta el nivel 1, el más bajo de la escala (1-4) que indica que la sudoración no es perceptible ni interfiere con las actividades diarias.

En nuestra zona del mundo, por cuestiones climatológicas, el momento idóneo para realizar este tratamiento de toxina botulínica en axilas para tratar tu hiperhidrosis es durante el mes de mayo, para así conseguir mantener los efectos hasta noviembre y no tener que repetir el tratamiento hasta el año siguiente.

El procedimiento es rápido, indoloro, con una recuperación inmediata de la vida cotidiana y la gran mayoría de pacientes sólo han precisado una sesión anual para conseguir mantener a raya su problema. Delimitamos la zona de sudoración y establecemos los puntos en los que se va a aplicar la toxina. Para hacerlo aplicamos un anestésico local que minimiza las molestias y microinfiltramos la toxina según paute el especialista.

 

Si quieres que valoremos tu caso, puedes pedir una cita gratuíta para disfrutar de un verano sin preocupaciones.

 

 

 


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